Gabriella está acostada cuando oye a su madre ser, esos profundos gemidos resuenan por la casa. La vuelve loca. A la mañana siguiente, encuentra a su padrastro solo y la hace moverse: se corre hasta las rodillas, la lengua se desliza entre sus mejillas, lamiendo hasta que gime. Entonces se da la vuelta, goteando el coño, rogándolo. La folla cruda, dura y profunda, sus gemidos llenando la habitación mientras vacía su carga adentro. Al final, está temblando, corriéndose por los muslos sabiendo que tenía lo que su madre gritaba.
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