Caigo de rodillas muy suavemente, pero lo que él me hace experimentar no es nada dulce. Su cola baja demasiado profundo, demasiado rápido... y pierdo el control. Mis lágrimas fluyen, se me cierra la garganta, mi saliva desborda. Después de eso, me agarra y me folla fuerte, muy fuerte — y sé que no estoy acostumbrada a este nivel. Soy torpe, gimo demasiado, aprieto demasiado... pero quiero aprender. Quiero que me haga más sumisa, más abierta, más perra. Soy su pequeña boca rosa, aún inocente... Pero con todas las ganas de volverme una de verdad para él.
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