Era la entrenadora personal de mi madrastra cuerpo perfecto, curvas de infarto y esa mirada que siempre me provocaba. Cuando la encontré en Sex Dater, supe que era mi oportunidad. Le escribí, y me contestó: “Podemos entrenar en privado si quieres sudar de verdad.” Fui al gimnasio esa noche, y apenas cerró la puerta comenzó a tocarme. Sus gemidos se mezclaban con el sonido de su respiración mientras se subía sobre mí. Su coño apretado estaba empapado y cada embestida la hacía temblar más. Me pedía que no parara hasta correrme en su cara. De un match en Sex Dater a una follada ardiente que nunca olvidaremos.
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